En Guanajuato no hay un cártel hegemónico en el estado, por lo que varios pelean el control de la entidad y, hasta el momento, ninguno ha logrado imponerse. Lo que ha dejado como saldo cientos de homicidios.
El incremento de la violencia en Guanajuato no fue producto de la “puerta giratoria” que permite que los criminales que portan armas salgan en libertad al poco tiempo. No se debe a la ausencia de efectivos de fuerzas federales en la entidad. Tampoco se debió a la disputa por el control de la extracción de gasolina de los ductos de Pemex. El origen de la guerra en Guanajuato tuvo su origen en la política de expansión comercial del Cártel Jalisco Nueva Generación.
Por David Saucedo
León, Guanajuato, 17 de septiembre (Pop Lab).– Desde hace aproximadamente tres años los distintos grupos del narcotráfico que se disputan el control del estado de Guanajuato se encuentran en un virtual empate técnico. Aunque cada cártel ha logrado consolidar zonas de influencia, es difícil trazar las “líneas de frontera”. Sabemos que en León, Silao, Dolores, los pueblos del Rincón y el noroeste del estado hay una fuerte presencia del Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG). En el sur de la entidad (Pénjamo, Acámbaro, Salvatierra, Valle de Santiago) sigue habiendo incursiones de células de los cárteles michoacanos que amenazan las conquistas del CJNG. Finalmente, en Salamanca, Celaya, San Luis de la Paz, Villagrán y la zona de los Apaseos domina el Cártel de Santa Rosa de Lima (CSRL), orientado principalmente a la extracción ilegal de hidrocarburos, aunque recientemente ha fortalecido su “división” de secuestro y extorsión, y ha incursionado en el robo de cajeros y sucursales bancarias.
EMPATE TÉCNICO
Pero gran parte del estado aún se encuentra en disputa. Hay regiones y municipios que han pasado del control de un cártel a otro, en espacios de tiempo relativamente cortos. De acuerdo con los mapas de calor que empezó a publicar la Fiscalía General del Estado (FGE) en sus redes sociales, esta situación se presenta en Irapuato, León, Salamanca y Celaya.
Hay demasiados territorios que son tierra de nadie, o mejor dicho, que son tierra de todos. No hay un claro ganador. No hay un cártel hegemónico en el estado, por lo que estamos en el peor de los mundos posibles. Hay varios cárteles peleando el control de la entidad, pero hasta el momento ninguno ha logrado imponerse.
Este “empate técnico” constituye en los hechos la razón principal que explica el baño de sangre que se vive en el estado. Los cárteles están trenzados en una diputa en la que nadie quiere ceder terreno. Los bandos en guerra cuentan con los recursos humanos, materiales y financieros para mantenerse en pie de lucha. Lo peor es que disponen de líneas de abastecimiento fuera de Guanajuato (Jalisco, Michoacán y San Luis Potosí). Aunque el negocio se les caiga, pueden seguir recibiendo apoyo del exterior. Ya van así más de 3 años.
UN NUEVO ACTOR EN ESCENA
Todos recordamos el paso arrollador con el que el CJNG irrumpió en Guanajuato. En tiempo récord aplastó y aniquiló a líderes históricos del narcomenudeo y robo de autos en León, como Gustavo Sánchez Reynoso, “El Jari”. Avanzaron a bayoneta calada en municipios como Silao, Romita, Pénjamo e Irapuato.
Los despiadados comandantes que envío Nemesio Oceguera, “El Mencho”, líder del CJNG, “estaban sentando plaza” con relativa facilidad. Pero el CJNG padeció la “enfermedad de la victoria”. Su rápido avance por varios municipios del estado les hizo pensar que Guanajuato sería pan comido. Empezaron colocando mantas en puentes, glorietas y boulevares. Ejecutaban a algunos narcocumenudistas locales. Al lado de sus cadáveres ponían cartulinas fosforescentes con la lista de los siguientes narcomenudistas rivales que serían abatidos, buscando la dispersión de los mismos. Todos nos aprendimos el caminito. Una narcomanta, una masacre, un montaje escénico y su difusión en redes sociales, eran la marca de la casa. Eran las famosas limpias de los jalicienses.
SURGIMIENTO DE CÁRTELES UNIDOS
En un principio parecía que la batalla se decidiría a favor del CJNG, pero no fue así. El Cártel del Golfo, los Zetas y el Cártel de Sinaloa poco a poco comprendieron que si las huestes del CJNG llegaban a controlar Guanajuato en su totalidad, se estarían acercando peligrosamente a sus bases de operaciones principales.
Fue así como surgió el grupo de Cárteles Unidos (CU), una amalgama de células de varios cárteles para enfrentar el avance de las tropas del CJNG. Más por necesidad que por gusto, aceptaron financiar y respaldar al ejército de José Antonio Yepez, “El Marro”, líder del Cártel de Santa Rosa, dedicado desde hace cuando menos 12 años al robo de combustible. Aplicaron una máxima universal del arte de la guerra: el enemigo de mi enemigo, es mi amigo. La expansión del CJNG se detuvo cuando entraron a los dominios de “El Marro”.
José Antonio Yepez no se dejó, resistió la embestida e hizo retroceder a las tropas de El Mencho. Con el apoyo decisivo del Grupo Sombra, una célula del Cártel del Golfo, la guerra entró en un impasse. Las mantas con amenazas y cartulinas que fue dejando el CJNG sobre cuerpos decapitados fueron respondidas con un sorprendente video en el que “El Marro” retó y amenazó al CJNG. “El Marro” no se rendiría y no les cedería el control de la extracción de hidrocarburo de los ductos de Pemex, su principal actividad económica.
ALVAR Y ZAMARRIPA
Sorprendidos por la irrupción del CJNG en el estado de Guanajuato, con el Proyecto Escudo aún en fase de prueba, con un estado de fuerza que no había sido capacitado para el combate de células del narcotráfico, el tándem formado por el entonces Procurador Carlos Zamarripa y por Alvar Cabeza de Vaca, Secretario de Seguridad Pública, vaciló. Lo cierto es que los cárteles michoacanos, “El Marro”, las Células del Golfo y los Zetas tenían tiempo trabajando en el estado. Por eso Alvar y Zamarripa minimizaron la incursión del CJNG. Pensaron que pasaría lo mismo que ya había ocurrido en otros años. Un nuevo cártel llega, toma el control de una zona específica del estado, cometen algunos actos delictivos de alto impacto y se generan nuevos acomodos. La paz y la tranquilidad volvería al poco tiempo. El estado era lo suficientemente grande para todos.
EL MENCHO VA POR TODO
Pero no contaban con “El Mencho”. Nemesio Oceguera dio la instrucción fulminante de invadir y controlar todo el estado de Guanajuato. Las células del CJNG trataron de cumplir con la orden y ciertamente avanzaron varios kilómetros adentro. Conquistaron muchas plazas a sangre y fuego. Pero cuando el CJNG llegó a las zonas más importantes para la extracción de hidrocarburo, las cosas se complicaron. “El Marro” organizó la resistencia. Los “huachicoleros” pelearon, se organizaron, se defendieron y ganaron. Las mafias locales de Guanajuato lograron detener el avance del CJNG, aunque con una dosis de apoyo externo. Fue un momento épico y memorable para los cárteles locales guanajuatenses.
GUANAJUATO, UNA PIEZA MÁS
Por su parte, el Gobierno de Miguel Márquez no supo leer a tiempo los nuevos escenarios de la geopolítica de los cárteles de la droga. “El Mencho” convirtió a Guanajuato en un objetivo estratégico para la expansión y el dominio del trasiego de drogas, debido en gran medida al debilitamiento del cártel de Sinaloa. Con la detención de Dámaso López en la ciudad de México, y el acuerdo de delación premiada que firmó el “Mini Lic”. (su hijo), ante la DEA, el cártel de Sinaloa se contrajo y se reconcentró en sus propios territorios. Con ese frente casi totalmente cerrado, el CJNG estuvo en condiciones de expandir sus zonas de influencia. Una de las nuevas plazas sobre las que se lanzó fue Guanajuato. La guerra se ha extendido a Veracruz y Michoacán.
El incremento de la violencia en Guanajuato no fue producto de la “puerta giratoria” que permite que los criminales que portan armas salgan en libertad al poco tiempo. No se debe a la ausencia de efectivos de fuerzas federales en la entidad. Tampoco se debió a la disputa por el control de la extracción de gasolina de los ductos de Pemex. El origen de la guerra en Guanajuato tuvo su origen en la política de expansión comercial del Cártel Jalisco Nueva Generación. Ni más, ni menos.
EL CJNG EN TIERRAS DE JOSÉ ALFREDO
Frente a la llegada del CJNG a Guanajuato, la primera reacción de Gobierno del estado fue el “repliegue táctico”. Álvar y Zamarripa permitieron que el Mencho rompiera con los acuerdos y división de territorios que había entre los distintos cárteles de la droga en el estado: Zetas, Cártel del Golfo, Caballeros Templarios. Esa fue la época en la que el entonces Gobernador Miguel Márquez salía a los medios a decir que las muertes y ejecuciones se daban entre personas que “andaban en malos pasos”. Quizá el Gobierno debió combatir la incursión del CJNG, pero no lo hizo. Dejó que se le metieran por la puerta de atrás. Y los chicos nuevos del barrio alborotaron todo el gallinero. Esta “táctica de repliegue” la instrumentó Zamarripa en varios municipios de Guanajuato, como en Cuerámaro o en Manuel Doblado, en donde la PGJE retiró las comandancias de policías ministeriales y oficinas de ministerio público, luego de amenazas y ráfagas de metralleta que recibieron dichas oficinas. Las volvió a abrir recientemente, ahora que el CJNG tiene pleno dominio de la zona.
LA DERROTA DE MIGUEL MÁRQUEZ
El ex Gobernador Miguel Márquez puso todo su empeño para abatir la inseguridad en el estado. Puso lo mejor de sí, dio la batalla, realmente se comprometió con el tema, pero fracasó. Orientó presupuesto y sacrificó recursos en año electoral para atender el problema de la inseguridad. Hizo una inversión millonaria para adquirir tecnología de vigilancia (Proyecto Escudo). Volvió a hacer otra inversión millonaria para traer una brigada militar al estado. Incluso sus municipios se sumaron a la coperacha. Reemplazó a varios mandos de policía municipal, imponiendo el Mando Único en varias regiones de la entidad. Una de las pocas batallas que libró Márquez contra el Gobierno federal fue para exigir a Miguel Osorio Chong y a Pemex que se hicieran corresponsables de la extracción ilegal de combustibles. Presionó a legisladores federales para cambiar el marco legal. Miguel Márquez hizo circo, maroma y teatro, pero nada funcionó. Cuando se dio a conocer la detención en Puerto Vallarta de Víctor Manuel Pérez Rico, uno de los cabecillas del Cártel del Golfo, también se hizo público que tenía su base de operaciones y residencia permanente… ¡En la ciudad de León! Rendido ante la evidencia del fracaso de sus políticas, Márquez soltó una frase en una de las últimas reuniones que encabezó del grupo de Coordinación Guanajuato en donde se abordó el punto. Dicha frase bien podría ser su epitafio de sus políticas en materia de seguridad: “para que este señor haya estado viviendo en León sin que nos diéramos cuenta, solo hay de dos sopas, o era muy inteligente, o nosotros somos muy pendejos.” Al parecer ambas cosas eran totalmente ciertas.
LAS POLICÍAS MUNICIPALES TOMAN PARTIDO
Los cuerpos de seguridad pública estatal y municipales siempre han desempeñado algún papel de respaldo a los cárteles. Pero ciertamente no se les había obligado a tomar partido tan abierta y explícitamente. Con el “empate técnico” entre “El Marro” y el CJNG, estos grupos obligaron a las corporaciones a formar parte de la guerra. Las policías municipales y de Mando Único representan pequeños ejércitos, que bien vale la pena tener bajo control. Dependiendo del municipio, se trata de pequeños batallones de entre 30 y 300 elementos armados, con radios troncales y vehículos. Los sobornos surtieron el efecto esperado y algunas (muchas) policías municipales empezaron a trabajar para los cárteles, ya no solo en el almacenaje y transportación de la merca, sino con la aprehensión, hostigamiento y aniquilación de narcos rivales. Pasaron de ser chalanes encargados parcialmente de la logística de los cargamentos, a ser integrantes de los brazos armados de los cárteles.
SANGRE DE POLICÍA
Fue así como empezó a haber asesinatos de directores, comandantes y policías operativos de Celaya, Irapuato, Valle de Santiago, Apaseo el Grande, Salamanca, etc. Los cuerpos de policía de dichos municipios ya no solo se dedicaban a tareas periféricas en apoyo al narco. Fueron reclutados para los distintos cárteles para realizar labores propias de la operatividad del negocio. Efectuaban detenciones de narcos rivales, incautaban cargamentos de la competencia y liberaban a narcos amigos. Si los directores de Mando Único eran presa fácil, los directores de policía municipales lo eran aún más. La reacción no se podía hacer esperar. Como las policías municipales se integraron a los ejércitos de los cárteles, empezó a haber bajas en las corporaciones. Sangrientos ajustes de cuentas y ejecuciones de mandos policiacos a todo lo largo y ancho del estado. A pesar de homenajes póstumos, la mayoría de los policías asesinados no han caído en el cumplimiento de su deber, sino porque estaban colaborando con alguno de los cárteles en disputa.
LOS POLICÍAS SE AMOTINAN
Conscientes de que eran el eslabón más débil de la cadena, policías de bajo rango empezaron a rebelarse. Por un lado, recibían la instrucción de sus superiores para trabajar a favor de un cártel. Pero los cárteles rivales empezaron a aniquilarlos, literalmente como patitos de feria. Algunos se manifestaron y otros simplemente empezaron a desertar. La furiosa reacción de Álvar Cabeza de Vaca cada vez que elementos de las Fuerzas de Seguridad Pública del Estado (FSPE) se manifiestan, tiene cierta lógica. Es hasta cierto punto inaceptable que sus guerreros se amotinen frente al enemigo. Pero los policías también tienen razón a su manera. No cuentan con los chalecos antibalas, ni tampoco con el armamento para hacer frente a los cárteles. Por ejemplo, en los videos del grupo de élite del CJNG se puede apreciar que sus integrantes usan Barret calibre 50, FN FAL 50 modificados, AR15 con doble tambor y misiles tierra-aire. Ni el ejercito trae ese tipo de armamento. El resultado: Guanajuato es el estado de mayor número de homicidios de policías y tiene la mayor tasa de deserción entre sus huestes. La renuncia masiva de policías que tuvo que frenar Luis Alberto Villareal, presidente municipal de San Miguel de Allende, es un claro ejemplo de las debilidades, y por qué no decirlo, temores que invaden a las policías municipales. No cuentan con las armas, los chalecos, los equipos, los salarios, las prestaciones y los comandantes suficientemente capacitados para cumplir la tarea de proteger a los ciudadanos.
LA PROFESIONALIZACIÓN DE LA VIOLENCIA: ASESINATOS POR CONTRATO
Porque además los cárteles subieron al siguiente nivel. Al principio, cuando el CJNG llegó a “sentar plaza” a los municipios, un pequeño comando reclutaba sicarios locales, los entrenaba y empezaban a realizar sus actividades. No solían ser tan efectivos, e incluso cometían errores frecuentemente. El oficio también requiere una curva de aprendizaje. Sin embargo, empezaron a llegar sicarios de Sinaola, Tamaulipas y Jalisco. Es decir, profesionales que hacían “vueltas” como dios manda. Gatilleros profesionales comisionados para asesinar altos mandos policiacos y objetivos estratégicos. Si hay grupos que entran a los hospitales a “rematar” narcos baleados, no es solo por saña o por maldad. Se debe a que en Guanajuato ya hay “asesinatos por contrato”.
Si no se elimina a los objetivos marcados, los sicarios no cobran. Incluso varias clínicas y hospitales se resisten a activar el “código plata”, el protocolo que se aplica cuando llega un herido de bala a pedir atención médica. ¿Qué caso tiene activar dicho código, cuando en muchas ocasiones las policías municipales llegan escoltando y protegiendo a los narcos heridos?
LA GUERRA CONTRA EL HUACHICOL
Cuando el Gobierno federal decidió combatir la ordeña de ductos de Pemex, se produjo un cambio radical en la estrategia de combate a la inseguridad que instrumentaba el Gobierno del estado. Terminó el repliegue táctico de Alvar y Zamarripa y pasaron a la ofensiva. Las FSPE y la nueva Fiscalía General del Estado le declararon la guerra al Cártel de Santa Rosa de Lima. En una esperanzadora reunión efectuada en la Ciudad de México, Arturo Durazo, Secretario de Seguridad Pública del Gobierno federal, le dio garantías absolutas al gobernador Diego Sinhue Rodríguez Vallejo de que el compromiso de López Obrador para combatir el huachicol era genuina. Y en efecto lo era. Mediante operativos de aproximación, las FSPE y las fuerzas federales se apoderaron de la emblemática comunidad de Santa Rosa de Lima en Villagrán.
Detuvieron a familiares de “El Marro”, incautaron bodegas, residencias, bienes y propiedades. El propio Gobernador fue a Santa Rosa, mandó construir una academia de policía en terrenos incautados en la zona, se congelaron cuentas bancarias de presuntos operadores financieros del cártel, etc. Finalmente, Gobierno del estado se ponía los guantes y dirigía sus baterías en contra de un cártel. Pero… ¿Por qué Gobierno del estado escogió como enemigo al CSRL y no ejerció una presión similar en contra del CJNG y los territorios bajo su control?
ELIGIENDO PAREJA DE BAILE
El ejército conformado por los policías ministeriales y por fuerzas del estado es por mucho el “rival más débil” en el campo de batalla. Como cualquier lego en estrategia militar sabe, es imposible que el ejército más débil pueda enfrentar de manera simultánea a dos ejércitos que lo superen en fuerza, poder de fuego y conocimiento del terreno (CJNG y CSRL). Se abrían entonces cuatro posibilidades:
A) Propiciar una tregua entre los contendientes y formalizar un reparto de territorios (que fue la estrategia que se instrumentó durante casi todo el sexenio del ex gobernador Juan Manuel Oliva).
B) Hacer una alianza tácita con uno de los cárteles y en los hechos combatir al otro. Con un solo cártel dominando en el estado, sobrevendría la paz en la entidad.
C) Mantener una estrategia de repliegue, que es esencialmente lo que habían realizado Alvar y Zamarripa, D) Lanzarse en una santa cruzada en contra de ambos cárteles. De todas las opciones, la única asequible, pero no exenta de riesgos y complicaciones, era combatir a uno de los cárteles y darle manga ancha al otro. El dilema consistía en saber con cuál de ellos había que hacer una alianza tácita y a cuál de ellos hay que enfrentar. La respuesta llegó desde Los Pinos, con la guerra que el Gobierno federal declaró en contra del robo de combustibles. El enemigo sería “El Marro” y el Cártel de Santa Rosa de Lima.
SURGE EL TUCOM: TODOS CONTRA “EL MARRO”
Hay una alianza de facto entre el Gobierno estatal, el Gobierno federal y el CJNG para eliminar a “El Marro”. Esta coalición lleva 9 meses tratando infructuosamente de aplastar al Cártel de Santa Rosa de Lima. El contraataque de”El Marro”ha provocado que la popularidad del Gobernador descienda. Mientras la intención de voto a favor del PAN disminuye en el cinturón industrial, queda claro que el Gobierno de Diego Sinhue está perdiendo la guerra.
Al pasar del tiempo “El Marro” y sus operadores construyeron una red de protección política (alcaldes), alimentó una base social de apoyo (pobladores y líderes comunitarios) y una red de protección policial (directores de policía municipales, subprocuradores y comandantes de las FSPE) que respaldan a su ejército de sicarios, narcomenudistas y células delictivas. Los operativos conjuntos de la Guardia Nacional y Fuerzas del Estado solo impactan en la extracción de hidrocarburo, es decir, sólo afectan una vertiente de las actividades de”El Marro”. Pero el “portafolio de servicios” del “Marro” es más amplio. Para verdaderamente desarticular al cártel, los gobiernos estatal y federal deben amputar el brazo político, el brazo económico y el brazo social que sustentan al CSRL. No es una tarea fácil. Por ejemplo, para evitar que el CSRL deje de hacer uso del fondo 1 del ramo 33 de los municipios que controla políticamente, sería necesario iniciar el juicio de procedencia para destituir a sus presidentes municipales. Incluso la unidad de inteligencia financiera de la SHCP recibió un revés hace poco cuando un juez ordenó que se descongelaran las cuentas del municipio de Villagrán. Definitivamente no son enchiladas.
LA GUERRA SIGUE
Con el CSRL está en sucediendo algo muy similar a lo que ocurrió con el cártel de Tláhuac en la Ciudad de México. Sencillamente lo subestimamos. Al parecer “El Marro” y sus huestes echaron raíces en la zona de Celaya, Salamanca, Villagrán y los Apaseos, así como otras zonas, más profundas de lo que pensábamos.
Consiguieron apoyo político (financiaron campañas de varios candidatos que ahora son alcaldes), obtuvieron apoyo logístico (de parte de funcionarios de Pemex para ordeñar los ductos de gasolina), compraron protección policial y ganaron apoyo social mediante la entrega de medicinas, suministros y la organización de fiestas y bailes para los pobladores de comunidades y rancherías. Aplastar al Marro y sus huestes llevará tiempo. No son una simple banda de forajidos. Tampoco son un cártel del tamaño del Cártel de Sinaloa o del CJNG. Son un cártel de nivel medio, pero cártel al fin. El “Mencho” lleva cuando menos tres años peleando contra Santa Rosa de Lima y no había podido derrotarlos. Es de esperar que la embestida combinada del Gobierno federal, del Gobierno de Diego Sinhué y del propio CJNG, terminará por acabar con el dominio de “El Marro”. Pero llevará tiempo. Tal y como ocurrió con el Cártel de Tláhuac.
Durante ese lapso habrá subidas y bajadas en la tasa de homicidios en el estado. Meses en los que los delitos de alto impacto disminuirán y meses en los que se dispararán con escenas apocalípticas. Entre tanto, un segmento de las huestes del CSRL en efecto han vuelto a “sus orígenes” es decir, al secuestro de empresarios, a la extorsión de pequeños comercios y al robo de sucursales bancarias. Todas ellas actividades que nunca dejaron de realizar, pero que ahora han incrementado. Sin embargo, estos delitos generan una afectación grave en la ciudadanía, que impacta negativamente en los niveles de intención de voto del PAN en municipios clave del corredor industrial: Celaya e Irapuato.
CONTRAOFENSIVA DEL CSRL
Por otro lado, si las gestiones de “El Marro” fructifican y consigue que el “Mayo” Zambada y el Cártel de Sinaloa “abran un segundo frente” en contra del CJNG dentro del estado de Guanajuato, la guerra se prolongará. Las fuerzas estatales y federales están concentradas y estacionadas en las zonas en las que opera “El Marro”. Pero si el Cártel de Sinaloa ataca al CJNG en León y los pueblos del Rincón, ello forzará a un desplazamiento de efectivos a esa zona, aliviando la presión sobre” El Marro”. Con la astucia que le caracteriza, el “Mayo” Zambada se ha hecho Tío Lolo. En efecto, abrió un segundo frente en contra del “Mencho”, pero en Guadalajara y su zona metropolitana (con el hijo de Nacho Coronel al frente). Eso no le sirve al Marro. Él necesita que las células del Cártel de Sinaloa actúen directamente en León. En suma, a menos que “El Marro” haya acumulado una riqueza que le permita subsistir con una merma de ingresos sustantiva, luego de la reducción de las tomas clandestinas de combustible, la guerra de cárteles duraría un dos o tres años a lo más. El CJNG se apoderaría del estado de Guanajuato y sobrevendría la paz. Pero eso no ocurrirá antes de las elecciones de medio periodo. El combate a la inseguridad que comanda el Gobernador, irónicamente, terminaría minando la votación del PAN en 2021.
EL FIN DE LA GUERRA
Pero la pacificación del estado no depende de la estrategia de Golpe de Timón que lanzó el Gobernador Diego Sinhue. Tampoco tiene que ver con el despliegue de fuerzas federales en la región o del trabajo del cuerpo de élite de la Marina. Eso sería tanto como pensar que un perro chihuahueño (FSPE y FGE) pudiera imponer la paz entre un rottweiler (CJNG) y un pastor alemán (CSRL). La paz en Guanajuato depende de la geopolítica de los cárteles que se disputan el territorio nacional. Algunos analistas señalan que el Mencho tiene muchos frentes abiertos. Pelea contra los Viagras y grupos de autodefensas en Michoacán. En Veracruz sostiene una cruenta batalla, municipio por municipio, contra los Zetas. En Jalisco enfrenta a los herederos de Nacho Coronel, del Cártel de Sinaloa y al Gobernador Enrique Alfaro. Y en Guanajuato, está en guerra contra”El Marro” y los Cárteles Unidos.
Es un hecho que el CJNG tiene sus fuerzas dispersas en varios estados, lo que le impide concentrar todo su poder de fuego para combatir a un solo enemigo como”El Marro” ¿Cuáles opciones hay? Que el CJNG pueda acabar con la guerra en Jalisco o Michoacán y de ese modo trasladar tropas y recursos a Guanajuato. Por ejemplo, el Grupo de Élite del CJNG ha demostrado ser temiblemente letal y efectivo. En poco tiempo descabezaron a los cabecillas de Cárteles Unidos, en Silao y al líder histórico del narcomenudeo en Valle de Santiago, Alfonso Mendoza Valencia (a) El Michoacano. Pero el grupo de élite tuvo que abandonar Guanajuato para dirigirse a combatir en Michoacán. Aún así se empieza a apreciar un debilitamiento paulatino de las fuerzas de “El Marro”, pero a un ritmo desesperantemente lento. Y los coletazos que da, cimbran las estructuras de Gobierno estatal y municipales, como los casos de extorsión que se prestaron en comercios y tortillerías de Celaya. Esos episodios han reducido la intención de voto a favor del PAN a niveles nunca antes vistos en dicho municipio.
DOS ESCENARIOS
El fin de la guerra ocurriría si el CJNG logra reforzar al ejército que tiene desplegado en Guanajuato. Con el apoyo del Gobierno estatal y federal, el “Mencho” se apoderaría de Guanajuato y la guerra se trasladaría al vecino estado de Querétaro, el siguiente escalón para que el CJNG pueda unir a las fuerzas que tiene estacionadas en Guanajuato y el Estado de México. Hay que tenerlo claro, la guerra nunca termina, tan solo se exporta. Pero la guerra se prolongará si “El Marro” logra convencer al Mayo Zambada de abrir un segundo frente contra el CJNG en León. Dependemos de la decisión que tome “el Mayo” Zambada en la soledad de unos de sus múltiples escondites en los que se oculta en algún punto del triángulo dorado. La disyuntiva consiste en apoyar o no apoyar a “El Marro”. Por nuestro bien, esperemos que El Mayo tome la mejor decisión.
El Gobierno del estado nunca reconocerá que falta mucho para que llegue la ansiada paz a las familias guanajuatenses. No puede, bajo ningún escenario, confesar que la consecución de la paz no depende de ellos. Llegado el momento serán otros los que se sentarán en la mesa para firmar el armisticio. La Fiscalía y las FSPE juegan un papel secundario en el campo de batalla. Este no es ni de lejos el Guanajuato que quería presumir Diego Sinhue en su primer año de gestión. Diego se enfrenta a un Guanajuato ensangrentado, en guerra y sumido en una espiral de violencia que tardará mucho tiempo en apaciguarse. Este triste panorama constituye la inseguridad de Diego. La herencia maldita que recibió y sobre la que no hay mucho que pueda hacer en el corto y mediano plazos.